Esta semana visité Kew Bridge Eco Village, un pueblo ecológico instalado en un terreno abandonado desde hacia años, separado de los paradisíacos Kew Gardens por el río Thames, en una de las zonas residenciales pijas de Londres, Richmond.
En realidad, desde lo alto del Kew Bridge el poblado no parece mucho más que un asentamiento de chabolas. Desde fuera sólo ves un montón de tiendas de campaña, maderas, herbajos y un círculo de sillas mil leches alrededor de una hoguera.
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Por suerte se las han apañado para encontrar una solución. El día antes de mi visita, la mitad de sus ocupantes (una quincena) se trasladaron a un nuevo “campamento” en Hounslow, donde van a mirar de continuar (aunque sea físicamente desde cero) su sueño. La otra mitad de los inquilinos (u okupas, como les quieras llamar) han decidido quedarse hasta el final. Ellos continuarán cultivando sus hortalizas, aprovechando alimentos totalmente comestibles que los supermercados tiran, cocinándolos en su horno “industrial” de barro, limpiándose en la ducha auto-construida, haciendo sus necesidades en el lavabo de compostaje, levantando sus casetas con material reciclado, durmiendo en sus tiendas de campaña reforzadas con maderas y aislantes, organizando talleres de hierbas medicinales para los vecinos y fiestas para los niños de la comunidad, dando la bienvenida a todo el que quiera entrar y ofreciéndole un tour guiado por las “instalaciones” de manera gratuita, con una sonrisa en la boca y un té de regalo.
El chico que nos dio la “visita guiada”, Aden, fue encantador. Veintiún años, inglés (de Swinden), vestido de negro (porque según él, “el negro es la unión de los colores”, una visión muy CMYK), rubio y ojos azules. Cuando empecé a rasgar en su vida para saber cómo había ido a parar en la Eco Village até cabos. Infancia dura, familia llena de deudas, barriada aún más dura. “Aquí el tiempo no existe, ni las preocupaciones. Me siento libre. Desde muy pequeño mis padres me enseñaron cómo tenía que hacer para llevar unas monedas a casa. Aquí no me tengo que preocupar por el dinero y además puedo tener conversaciones agradables con todo el mundo y aprender algo nuevo cada día. Allí en Swinden la gente habla con segundos sentidos y siempre intentan clavarte el cuchillo por la espalda”. El chico estaba en realidad de visita en Kew Bridge, con el objetivo de aprender todo lo necesario para montar una comunidad ecológica parecida en su pueblo, “para que mi madre pueda vivir sin ahogarse en deudas”.
Ésta es sólo una historia. Este chico no es ni mucho menos el perfil promedio de Kew Bridge. En este pueblecito ecológico han vivido abogados, activistas acérrimos, un jubilado, una familia con niños, viajeros de todo tipo y orígenes, una pareja “sin tierra” (gente que, voluntariamente, no tiene ningún tipo de documentación ni aparece en ningún registro oficial) y una lista interminable. Sin contar todos los visitantes que diariamente han curioseado, interaccionado, aprendido y conversado con y de la gente de la Eco Village. Creo que todos ellos estarían de acuerdo conmigo en que la gente es lo mejor de la experiencia. Aquí la gente es más autónoma (yo casi no sé ni cambiar la bombilla de mi salón). Como se ha tenido que apañar con recursos escasos, es también más creativa (en cada rincón del campamento se respira a arte). Todo este conjunto convierte a sus habitantes en personas más libres, libertad que evidentemente les hace más felices, les dibuja una sonrisa en la cara, una sonrisa que te transmiten con su mirada. Una sonrisa de vida y una paz que me transmitió Aden amí durante todo el recorrido, pero sobre todo cuando, al final de la tarde, nos despedimos y nos preguntó a mi amiga y a mí: “¿Puedo daros un abrazo?”.
La verdad es que no es el pueblo ecológico más organizado que he conocido (como ejemplo, Can Masdeu en Barcelona), pero es que eso necesita tiempo y ellos no llevaban ni un año. Sinceramente, yo no viviría allí tal y como estaba cuando lo visité (que seguramente no era su momento de máximo esplendor). Siempre me he preguntado si sostenibilidad implica necesariamente regresión... ¿No se puede vivir en un poblado ecológico pero con internet y otras tecnologías? Sea como sea, vuelvo a decir que sus gentes, su manera de ver la vida, sus buenas e idealistas intenciones, y su visión de un futuro diferente, verde y posible, han sido increíblemente inspiradores para mucha, mucha gente (mira la larga lista de mensajes en su facebook).
Gracias (por el té, por el abrazo, por el tour, por todo) y mucha suerte con el nuevo proyecto.